Cuenta la leyenda que, cada Nochevieja, cuando los últimos rayos del sol se apagan y el mundo aguarda expectante la llegada del nuevo año, el dios Jano desciende de los cielos para abrir las puertas que conectan el pasado con el futuro.
Jano, hijo de Urano y de Hécate, la diosa de la magia y los misterios, nació con dos rostros: uno que contempla el pasado y otro que observa el porvenir. Este don, o tal vez maldición, le permite ver el flujo de los años y las decisiones que tejen el destino de las mujeres y los hombres. Jano es el guardián de las puertas, el que decide qué queda atrás y qué puede pasar al nuevo ciclo.
En esta noche especial, Jano se encuentra junto a una puerta inmensa, tallada en piedra antigua, con un rostro en cada lado. Con un susurro inaudible, le pide a cada alma que repase su vida: ¿Qué heridas han dejado atrás? ¿Qué aprendizajes llevarán consigo? Los que aceptan mirar en ambas direcciones –al pasado y al futuro– sienten que las puertas se abren con suavidad, y Jano les permite cruzar. Así, el Año Nuevo no es solo una fecha en el calendario, sino un portal que conecta todo lo vivido con todo lo que está por vivir.
Aquell@s que cargan consigo arrepentimientos y deseos por cumplir, lanzan miradas a Jano, pidiéndole en silencio un nuevo comienzo. Jano, con una sabiduría insondable, los observa con ambas caras y decide abrir un resquicio de la puerta para que puedan redimir sus sueños. Sabe que en cada decisión tomada y en cada propósito formulado reside la esencia de las oportunidades; él solo ofrece el paso, pero el viaje es siempre del peregrino.
Se dice que en esta noche de Año Nuevo, si alguien escucha con el corazón abierto, podrá oír el eco de Jano susurrando consejos, guiando hacia aquello que puede y debe cambiarse. En su honor, cada primer día del año, los antiguos romanos dedicaban ofrendas de pan y vino, buscando su bendición para los caminos que iban a emprender, las metas que pretendían alcanzar y los errores que anhelaban dejar atrás.
Al fin, cuando las campanadas anuncian la llegada del nuevo año y el eco de Jano se desvanece, las puertas se cierran. Las almas cruzan al otro lado, cargadas con sus promesas y renovadas esperanzas, mientras la figura de Jano desaparece, esperando pacientemente hasta la próxima Nochevieja.
La cocina de cuchara, con sus sopas, caldos, cocidos y potajes, es una de las joyas más queridas de nuestra gastronomía. Más que simples platos, estas recetas son la esencia misma de nuestra historia, de nuestra cultura y de la identidad culinaria que nos acompaña desde tiempos inmemoriales.
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